Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

10.3.14

No nos dejes caer en la tentación

Al comenzar la cuaresma, la liturgia nos ayuda a tomar consciencia de nuestra condición de hombres inclinados al pecado.
La primera lectura nos cuenta cómo y por qué Eva cae en la tentación: Dice la serpiente astuta: ¿Conque Dios les ha dicho que no coman de ningún árbol del jardín? La mujer contestó a la serpiente: ¡No! Podemos comer de todos los árboles del jardín; solamente del árbol que está en medio del jardín nos ha prohibido Dios comer o tocarlo, bajo pena de muerte (Génesis 3,1b-3). Ya la pregunta incluye una exageración y, por lo tanto, una mentira. La mujer contesta con otra exageración y mentira, porque Dios no había prohibido tocar el árbol. Esto refleja que Eva no tiene confianza en Dios. Inventa una ley - para cumplir otra ley. Quiere evitar el pecado por sus propios medios, sin contar con Dios. La caída está programada.
Las tentaciones de Jesús nos indican cómo podemos cuidarnos. En primer término hay que recordar que ocurren después de una entrega seria y consciente a Dios, cuando en el bautismo oyó la voz del Padre que le dijo, tú eres mi hijo amado. Jesús fue tentado después del bautismo. Los problemas comienzan después de haber tomado una decisión, por ejemplo, no en el noviazgo, sino en el matrimonio. Porque nuestro ego no muere tan fácilmente. Intentaré fijarme, más que en el contenido de la tentación, en la astucia del procedimiento del tentador que usa todos los medios para hacernos caer.
Entonces Jesús, movido por el Espíritu, se retiró al desierto para ser tentado por el Diablo (Mateo 4,1). Es el Espíritu de Dios quien nos lleva al desierto. Por eso podemos contar con su protección. Se trata de purificar nuestra relación con Dios. Somos tentados por el diablo, el que crea confusión, "vende gato por liebre", crea caos, desorientación, el "padre de la mentira".
Primera tentación: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él contestó: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4,2-4). El diablo reconoce que Jesús es Hijo de Dios. Parte de esta realidad; en el caso de Jesús, una experiencia que no tendría sentido negarla. Pero el diablo va a lo suyo, y quiere sacar de este hecho unas consecuencias equivocadas: que Jesús use su condición en provecho de sí mismo. Después de tanto ayuno, el alimento parece ser un asunto de "primera necesidad". Pero Jesús corrige las prioridades. Lo más importante es la Palabra de Dios, la palabra de amor que nos hace hijos suyos. Si eso nos parece difícil, recordemos lo que cuenta Viktor Frankl: hubo unos jóvenes en un campo de concentración que, antes de ser transportado a otro campo, hurtaron en una dependencia. Pero, no sacaron comida de la dispensa, sino ¡libros de la biblioteca! Para tener algo con que alimentar su espíritu.
Segunda tentación: Luego el Diablo se lo llevó a la Ciudad Santa, lo colocó en la parte más alta del templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues está escrito: Ha dado órdenes a sus ángeles sobre ti; te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece en la piedra. Jesús respondió: También está escrito: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios (Mateo 4,5-7). El diablo finge reconocer que la palabra de Dios es importante. Pero de nuevo trata de torcer esta prioridad, para utilizar la relación con Dios en provecho propio. Refleja el intento de utilizar la religión para fines egoístas. En el centro no está Dios, sino el hombre, el ego. Hoy en día tenemos muchas formas de utilizar, y abusar, la religión para justificar proyectos humanos. Esto pasa tanto dentro como fuera de la iglesia, y en todas las religiones. Incluso, la política se erige a veces como una seudo-religión, para darse más autoridad y fuerza delante de la gente, y para justificar toda clase de atrocidades.
Tercera tentación: De nuevo se lo llevó el Diablo a una montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo en su esplendor, y le dijo: Todo esto te lo daré si te postras para adorarme. Entonces Jesús le replicó: ¡Aléjate, Satanás! Que está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él sólo darás culto (Mateo 4,8-10). Esta vez, Jesús es tajante: lo llama "satanás", del hebreo Satán, el adversario, el que quiere nuestra ruina, nuestra destrucción. Los planes de satanás son completamente opuestos a los planes de Dios y, por lo tanto, irreconciliables. Darle culto al diablo es darle culto a la mentira, el engaño, la manipulación. Con satanás, con el que busca nuestra destrucción, el que busca "pulverizarnos", no puede haber diálogo. En días pasados se nos quiso decir que "Chávez es el Cristo Redentor de los pobres de América" . Aquí no vale la pena discutir; simplemente mantenemos nuestra fe y confianza en el único salvador, Jesús. "Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". Los primeros cristianos tenían eso muy claro; procuraban ser buenos ciudadanos, pero se negaban rotundamente a darle honores divinos al César. Por eso fueron perseguidos. Eso ya no tiene nada que ver con política; aquí, la política se extralimita, y se mete en las competencias de la religión. El problema en nuestro país, en el fondo, no es político, sino espiritual. Si no sanamos esta área, no resolvemos nada; como ya decía el salmo: si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles.
De inmediato lo dejó el Diablo y unos ángeles vinieron a servirle (Mateo 4,11). Cuando se aclara el panorama, cuando las cosas se llaman por su nombre, nos vemos más libres, y experimentamos que Dios nos protege. "Ángeles", son sus mensajeros, que se nos acercan de múltiples maneras. Dios nos rodea con su protección.

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