Etty Hillesum (1914 - 1943) |
Por eso dejaré hablar aquí a una mujer joven que estuvo en una
situación mucho peor que nosotros: Etty Hillesum (15 de enero de
1914 - 30 de noviembre de 1943), una holandesa que, por ser judía,
sufrió todos los hostigamientos progresivos de los nazis, hasta ser
transportada a Auschwitz donde murió a los 29 años de edad en una
cámara de gas. Era una mujer muy lúcida e inteligente, y sabía lo
que le venía encima. La familia no había practicado su religión.
Etty, por la sugerencia de alguien, comenzó en 1941 a orar y a leer
la biblia, incluyendo el nuevo testamento. A partir de allí, ella
experimentó un crecimiento espiritual muy profundo que le permitió
ver el exterminio sistemático de su pueblo con otros criterios. En
lo sucesivo citaré (en cursiva) partes de su diario que
comenzó a escribir desde comienzos de 1941. Dejaré hablar a esta
testigo, y haré sólo unos pocos comentarios.
A veces da pena leer en las redes sociales cómo los que reclaman
tanto la libertad y los derechos en Venezuela, incurren en los mismos
insultos y descalificaciones que oímos desde el lado de algunos
gobernantes. Cuando Etty ve que la situación de persecución de los
judíos despierta en algunos de su gente los instintos más bajos,
escribe: La barbarie nazi despierta en nosotros una tendencia
igual. Si hoy en día tuviéramos las posibilidades, aplicaríamos
los mismos métodos. Debemos rechazar esta barbarie en nuestro
corazón, no debemos cultivar este odio en nosotros, porque no ayuda
a volver a sacar este mundo del abismo.
Igual que aquí muchos creen que un cambio de gobierno resolverá
todo, los judíos en la época de Etty esperaban que la invasión de
los ingleses o americanos los liberaría de su triste futuro. Pero,
después de estar clara de que hay que abandonar toda esperanza en
el mundo exterior, ella
indica el camino: la
vida interior. No veo otra solución ... que la de dirigirse a su
propio interior, y erradicar allí todo lo malo. Ya no creo en que
podamos mejorar algo en el mundo exterior mientras no nos hayamos
mejorado en nuestro interior. Esto me parece ser la única enseñanza
que nos deja esta guerra: el haber aprendido a buscar el mal
únicamente en nosotros y en ninguna otra parte.
Y sigue precisando: No son
las circunstancias exteriores; siempre es el sentimiento dentro de
mí, desánimo, inseguridad, o lo que sea, lo que da a las
circunstancias exteriores un carácter triste o amenazante. Conmigo
las cosas funcionan desde dentro hacia fuera, nunca desde fuera hacia
dentro. Las disposiciones más amenazantes - y hay más que
suficientes de éstas - se estrellan la mayoría de las veces contra
mi seguridad interior y mi confianza y, cuando las he
asimilado interiormente, pierden mucho de su carácter amenazante.
Recordemos lo que dice San Pablo usando un lenguaje netamente
cristiano: Si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará en
contra? (Romanos 8,31).
Con su mente aguda describe otra faceta de este proceso: Hay que
vivir consigo mismo (negritas
mías) como si se viviera con los
habitantes de todo un pueblo. Entonces uno viene
conociendo todas las características buenas y malas de
la gente. Y primero hay que perdonarse a sí mismo las propias
características malas, cuando uno quiere perdonar a otros. Eso será
lo más difícil que tiene que aprender una persona; lo constato
muchas veces en otros: perdonarse a sí mismo sus faltas y errores.
Eso implica en primer término: poder reconocer y aceptar con
magnanimidad que uno comete faltas y errores.
Eso me recuerda a San Benito que habitó consigo mismo en la
cueva de Subiaco. Dice San Gregorio Magno: este venerable varón
habitó consigo mismo, porque teniendo continuamente los ojos puestos
en la guarda de sí mismo, viéndose siempre ante la mirada del
Creador, y examinándose continuamente, no salió fuera de sí mismo,
echando miradas al exterior. Al conocernos a nosotros
mismos, nos hacemos más perceptivos a lo que les pasa a los demás.
Según Etty, otro aspecto de este crecimiento interior es muy
importante: Para una humillación se necesitan dos personas: una
que humilla y otra a quien se le quiere humillar o, especialmente:
quien se deja humillar. Si no hay esto último,
es decir, si el lado pasivo es inmune contra cualquier humillación,
entonces las humillaciones se esfuman. Lo que queda son disposiciones
molestas que influyen en la vida diaria, pero no representan ninguna
humillación que pueda amenazar al alma. Habrá que
educar a los judíos a asumir esta actitud. Y
sigue diciendo en otra parte: En último término, lo que importa
es cómo uno sobrelleva y aguanta el sufrimiento que juega un papel
esencial en esta vida, y cómo se lo procesa interiormente, y que uno
rescate y salve una parte de su alma de en medio de todo esto.
Es comprensible que haya habido gente que buscaba escaparse de este
destino, diciendo: A mí no me tendrán en
sus garras. Y comenta Etty: Se olvidan de que uno no
está en las garras de nadie cuando está en los brazos de Dios.
Su confianza en Dios había crecido muchísimo: Una cosa es
segura: Hay que asumir interiormente todo, hay que estar preparado
para todo, y hay que saber que no se nos puede quitar lo último en
nuestro interior. Con la tranquilidad que uno alcanza
de esta manera, puede dar los pasos prácticos que sean necesarios.
No cavilar con angustia, sino pensar con tranquilidad y claridad. En
el momento decisivo sabré lo que tenga que hacer.
Cuando por fin se entera de la magnitud del plan de los nazis contra
los judíos que, tarde o temprano incluirá a ella, desde su madurez
espiritual escribe: por supuesto, ¡es el exterminio
total! Pero llevémoslo con dignidad.
He citado extensamente del diario de esta joven extraordinaria porque
ella, sí, puede hablarnos con autoridad. Ella vino de un ambiente
secularizado. Quizá por falta de ocasión, nunca estuvo relacionada
ni con la sinagoga ni con la iglesia. Pero, por su camino interior,
su oración y sus reflexiones extensas (un diario de ¡800 páginas!),
alcanzó una gran profundidad espiritual. Durante el transporte desde
el campo de concentración hacia el campo de exterminio dejó caer
del tren una postal que llegó a sus amigos, y donde dice entre otras
cosas: Salimos del campo cantando.
El sufrimiento de nosotros en Venezuela, aunque muy serio, no es tan
extremo. Además, la gran mayoría somos cristianos. Lo que, sí, nos
hace falta es tomar esta fe en serio. No sólo como una costumbre,
sino como un camino, una decisión, una relación personal con Dios.
Mientras no hagamos esto, por más que se cambie un gobierno, o un
sistema económico, por más dinero que entre al país, no cambiará
nada. No es la situación y las circunstancias exteriores que deben
cambiar: ¡son nuestros corazones!