Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

31.10.12

EVANGELIZACIÓN




John Dyson, Colón,
Un Hombre que Cambió el Mundo,
Emecé Editores, pág. 201
Si bien los misioneros en la época de la colonia venían con buenas intenciones, no fue como en la antigüedad, cuando de un país o pueblo sometido y dominado llegaban al imperio, como ovejas en medio de lobos (Mateo 10,16 y Lucas 10,3). En aquel entonces, la iglesia se propagaba como fruto de la sangre de los mártires. En la época de la colonia, en cambio, las ovejas venían con los lobos que estaban disfrazados de ovejas (Mateo 7,15).
Cuando Colón había tocado tierra en una isla del Mar Caribe, probablemente La Hispaniola, tomó posesión de ella plantando una cruz y una horca, en señal de la fe cristiana y la justicia. Los nativos que estaban allí eran taínos, un subgrupo de los arawakas, gente pacífica. Sin embargo, Colón secuestró a seis de ellos y los encadenó en su cubierta. “Son completamente inofensivos y no tienen habilidad con las armas… y por lo tanto se prestan para que se les haga obedecer y trabajar, para sembrar y hacer cualquier otra cosa que se necesite”. ( En: John Dyson, Colón, Un Hombre que Cambió el Mundo, Emecé Editores, pág. 182) Semejantes palabras no presagiaban nada bueno. 
En tal caso, ¿cómo se hace para distinguir el lobo de la oveja? Dada la tendencia humana a generalizar, para los indígenas no debe haber sido nada fácil. Así que, a causa de las atrocidades perpetradas por los colonos españoles, los indios se rebelaron, y mataron a colonos y misioneros por igual. La iglesia, en las Américas, no fue fundada sobre la sangre de mártires, testigos de la resurrección, sino sobre una doctrina.
Esto no quita que hayamos tenido en Venezuela mujeres y hombres heroicos y de vida ejemplar, algunas ya beatas, otros en proceso de beatificación. Pero, cuando hoy en día hablamos de reevangelización, habrá que tomar en cuenta estas circunstancias.

28.10.12

BAR TIMEO


Imagen de: http://www.novabella.org

Llegaron a Jericó. Y cuando salía de allí con sus discípulos y un gentío considerable, Bartimeo, (hijo de Timeo), un mendigo ciego, estaba sentado al costado del camino. Al oír que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: ¡Jesús, Hijo de David, compadécete de mí! Muchos lo reprendían para que se callase. Pero él gritaba más fuerte: ¡Hijo de David, compadécete de mí! Jesús se detuvo y dijo: Llámenlo. Llamaron al ciego diciéndole: ¡Ánimo, levántate, que te llama! Él dejó el manto, se puso en pie y se acercó a Jesús. Jesús le preguntó: ¿Qué quieres de mí? Contestó el ciego: Maestro, que recobre la vista. Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista y lo seguía por el camino (Marcos 10,46-52).
Bartimeo pide limosna porque no ve. No ve cuál es su problema verdadero. Sólo la fe en Jesús le abre los ojos.
¿Cuál es este proceso de fe? Percibe que algo es diferente en su rutina diaria. Pasa Jesús. ¡Ésta es su oportunidad! Grita, y no deja que le impidan el acceso. Reconoce en Jesús al Hijo de David, al Mesías. Él puede dar más que limosnas. Es la fase cuando nos acercamos a Dios, aun con intenciones egoístas. Jesús lo anima a que se acerque. Bartimeo suelta el manto, se pone en pie y se acerca a Jesús. Es el momento cuando soltamos lo que nos envuelve, el vestido que refleja nuestra identidad – o lo que nosotros creemos que es ésta. Necesitamos dar un cambio radical, despojarnos de patrones de pensamientos, ideas y conductas. Y se acerca a Jesús: imagínate este ciego, andando de prisa en una carretera de pavimento de piedra e irregular. Pero se va. Es un salto de fe.
Quizá nos extraña la pregunta de Jesús. También en otras partes de los evangelios pregunta a veces cosas que uno cree que están claras. Recuerdo al enfermo al lado de la piscina (Juan 5,6-8). Éste ni sabe lo que quiere; sólo se queja. El ciego está más claro: Señor, que recobre la vista. Nuestra ceguera es la raíz de todos los demás problemas. Nos condena a seguir como mendigos, a vivir al día, sin esperanzas de un cambio, a la merced de la gente que tiene, y de los poderosos – o los que creen que lo son – como los que querían impedirle el acceso a Jesús.
Si tomamos este evangelio en serio, tiene repercusiones en nuestra vida, incluso en la política. No es que nos metemos en política, no. Es que la política se mete hasta en la dimensión espiritual de nuestra vida, queriendo decirnos cómo debemos ser: mendigos de los poderes populistas de turno que dan lo suficiente para no morir, pero demasiado poco como para tener una vida que merezca este nombre. Sólo la fe en Cristo, con todos sus riesgos, nos ilumina, nos da la vista y nos permite ver todo el panorama de nuestra vida.
Bartimeo siguió a Jesús por el camino. No habrá sido una vida cómoda, ni económicamente más segura. Pero estaba en presencia de Dios, podía cumplir una misión y, de esta manera, vivir con dignidad.

11.10.12

Comenzando el Año de la Fe


La fe, antes de creer en doctrinas, es una relación personal, es una relación de confianza, es un “cambio de gobierno”: venga TU Reino; hágase TU voluntad. Todo gira alrededor de Dios; Él es el centro de nuestra vida. Por eso, la fe, antes de ser un conocimiento, es un camino: caminar con Dios, permitirle que Él nos transforme en su imagen y semejanza. Los ritos y los símbolos vienen después. Una “fe” que es sólo un poco de costumbres o folklore religioso, no es ofensiva, ni cambia el mundo.
No tendrás otros dioses rivales míos. No te harás imágenes: figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos ni les darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso (Deuteronomio 5,7-9). Hoy en día tenemos imágenes de santos, como RECUERDOS. Pero muchos les atribuyen más culto de lo que conviene. Dios sigue escapándose de toda imagen. Si caminamos con Él, nos damos cuenta de que cada día es una sorpresa nueva. Las imágenes e ideas de Dios no pueden ser sino algo “por ahora”. A medida que crece nuestra experiencia, también hay que desechar las imágenes, y volver al grano, a la fe desnuda.
En esto consiste la persecución más solapada: nos deja con lo superficial, lo secundario. Esto no afecta los intereses del poderoso. Los primeros cristianos podían practicar los ritos y costumbres de su religión; para el imperio romano la religión cristiana era una religión más; los romanos eran muy tolerantes en cuanto a la libertad religiosa – mientras se garantizaba el culto al emperador como divino. Y fue este punto donde los cristianos eran intransigentes. Sólo Dios se merece honores divinos. Ya Jesús lo había dejado claro: Denle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Porque la moneda del impuesto llevaba la inscripción “Divus Cesar” – El divino César. Eso era inaceptable para judíos y cristianos. Fue por eso que los persiguieron.
Y es por eso mismo que tenemos hoy unos perseguidos. La juez Afiuni no está presa por rezar el rosario, ni por acompañar a la imagen de un santo que se lleva por las calles. No, ella está presa por un fallo conforme a la justicia que no le gustó al que se cree dueño de la verdad. Pasear imágenes por toda una región, procesiones, llevar símbolos religiosos, como una cruz o el rosario: eso no le hace cosquillas a ningún poderoso. Pero, si se te ocurre VIVIR tu fe, a no hacerle el juego al poderoso, a no participar en injusticias, entonces te ves en problemas. Como eso no nos gusta, nos quedamos con las cosas externas y, para colmo, las llamamos a veces “una gran demostración de nuestra fe”. ¡Eso es una ilusión y una mentira!
Así que, para comenzar este año de la fe con buen pie, tenemos que abrir los ojos, reconocer nuestra mentira donde la haya, y entrar en silencio. Para escuchar la voz de Dios, para establecer una relación personal con Él, para dejar el gobierno de nuestra vida en sus manos. ¿Cómo se hace esto? Pues, es muy sencillo, PERO no es fácil: Tómate unos momentos tranquilos, y dile al Señor que se haga su voluntad. Nada más. Pero dilo de todo corazón. Que tu mente y tu corazón estén de acuerdo con lo que dicen tus labios. No lo digas “para salir del paso”. No digas mentiras al Señor. Verás que no será fácil, te costará. No importa. Más importante es la honestidad que la prisa. Toma tu tiempo, aunque tardes unos cuantos días en esta lucha por consentir, hasta que, por fin, puedas decirlo con honestidad.
Recuerda una pregunta, a ver si sabes la respuesta: La muerte de Jesús, ¿fue la voluntad de Pilato o la del Padre? Pilato le recuerda a Jesús que tenía potestad de crucificarlo o de soltarlo. Pero, ya la noche anterior, Jesús había rezado en el huerto Padre, no como yo quiero, sino como tú quieres. Repito, no es fácil; pero una vez que lo hagas, verás que las cosas comienzan a moverse en tu vida. Y esto es un camino fascinante que no deja tiempo para aburrimiento.
Podemos comenzar con algo muy concreto: antes de las elecciones hemos rezado toda una novena de rosarios, ¿con qué intención? ¿Para que gane nuestra opción? Y, si no ganó, también esto es voluntad de Dios. Y la pregunta no es si Dios escucha nuestras oraciones, sino qué es lo que Dios quiere decirnos con esta respuesta.

9.10.12

Caído entre Ladrones


Una palabra que me tocó leer muchas veces en el día de hoy ha sido “El tiempo de Dios es perfecto”. Por eso quiero contribuir mi reflexión partiendo precisamente del evangelio de hoy, Lucas 10, 30-37: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Tropezó con unos asaltantes que lo desnudaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto.
Tantas veces que he leído y escuchado este evangelio, hoy me di cuenta de un detalle: Jesús hubiera podido decir que “un hombre subió de Jericó a Jerusalén”. El trayecto es el mismo, los peligros los mismos. Pero ¡no! Jesús dice que bajó de Jerusalén a Jericó. ¿Qué quiere decir este detalle? Jerusalén es el centro religioso del pueblo judío, donde está el templo, lugar de la presencia de Dios. El hombre se aleja de esta presencia, y baja a Jericó, que está a más de 1.000 metros más bajo (como sabemos hoy, en la zona más baja del planeta, a más de 240 metros bajo el nivel de mar). El hombre que se aleja de la presencia de Dios, cae en lo más bajo; lo asaltan, lo desnudan, y lo dejan medio muerto.
Cuando nos olvidamos de Dios, cuando nos dejamos llevar por lo fácil, lo inmediato, nos asaltan las consecuencias de nuestro facilismo, somos víctimas de nuestros deseos, y nos volvemos adictos. El adicto sólo piensa en cómo satisfacer sus deseos más inmediatos. No mira más allá; no mide consecuencias. En la cajetilla de cigarros dice que fumar puede causar cáncer – y sigue fumando. Sabe que el consumo excesivo de alcohol puede causar un sinfín de problemas, hasta un coma etílico, aparte de cirrosis hepática – y sigue tomando. Sabe que el consumo de drogas lleva inexorablemente a la muerte, o por asesinato o por sobredosis – y sigue tomando drogas.
Ahora bien, también la sociedad como tal puede ser adicta a satisfacer sus deseos más inmediatos, sin más aspiraciones que garantizar la continuidad de la vida miserable que uno tiene, como el mendigo alcohólico que pide, sólo para financiar su consumo de alcohol. No queda espíritu de riesgo, de buscar nuevos horizontes.
Llegó a mis manos la entrada de un blog que habla de este fenómeno en nuestro pueblo con palabras muy claras y crudas. Lamentablemente el blog está en inglés, aunque el autor es venezolano. Les traduzco lo que más me llama la atención en este contexto: (La gente) vota contra Capriles porque se les recordó que la educación es importante, que, para salir adelante en la vida, tienes que mejorar, respetar algunas reglas, respetar al otro. Y ellos no pueden, o no quieren actuar así – lo que es lo mismo. En 14 años, Chávez ha transformado en virtudes lo que eran los vicios de la sociedad de Venezuela. La gente vota por Chávez aunque no tengan agua ni electricidad; están contentos consigo mismos porque el presidente del país está tan “rayado” como ellos. Él es aquel que garantiza que puedes seguir siendo un sinvergüenza. (http://daniel-venezuela.blogspot.com/2012/10/when-mediocrity-and-resentimiento-win.html)
Esto me confirmó en mi apreciación que tengo desde hace tiempo de la magnitud del problema que estamos viviendo. No es un problema político; ¡ES UN PROBLEMA ESPIRITUAL! Ya San Pablo estaba claro respecto a la situación de su tiempo – que no ha cambiado; sólo se ha profundizado: Debes saber que en los últimos tiempos se presentarán situaciones difíciles. Los hombres serán egoístas y amigos del dinero, fanfarrones, arrogantes, injuriosos, desobedientes a los padres, ingratos, no respetarán la religión, incapaces de amar, implacables, calumniadores, incontrolados, inhumanos, hostiles a lo bueno, traidores y atrevidos, vanidosos, más amigos del placer que de Dios; aunque aparentarán ser muy religiosos, pero rechazarán sus exigencias. (2Tim 3,1-5)… Es cierto que todos los que quieran vivir religiosamente, como cristianos, sufrirán persecuciones, en cambio los malhechores e impostores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados (3,12-13). Todo eso terminara colapsando o con una implosión. Ésta será la hora de Dios, que viene como un ladrón, a la hora menos pensada.
Por eso sólo podemos vencer este problema a nivel espiritual. Por más que pueda ser necesario satisfacer nuestras auténticas necesidades, o una ayuda sicológica – al fin y al cabo necesitamos volver a nuestra Fuente que dijo que el que come de este pan nunca más tendrá hambre (Juan 6,35), y el que beba de esta agua, nunca más tendrá sed (Juan 4,13-14).