Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

31.8.10

Oración Centrante (I)

En mi blog anterior mencioné, como de paso, la “oración centrante”. Esta forma de orar es un método de oración que procede de la tradición cristiana, principalmente del libro La Nube del No Saber, de un autor anónimo del siglo XIV, y de San Juan de la Cruz, del siglo XVI. Aunque distan dos siglos en el tiempo, ambos autores se deben a una corriente de espiritualidad común en toda Europa. Así se desprende de los paralelos en sus escritos.
Esta oración nos lleva a la consciencia de la presencia de Dios y de su acción en nosotros, y así alienta las actitudes contemplativas de escucha y receptividad. No es contemplación en sentido estricto, vista en la tradición católica siempre como puro don del Espíritu, sino más bien una preparación para la contemplación por medio de la reducción de los obstáculos causados por la hiperactividad de nuestras mentes y nuestras vidas.
La oración se había vuelto rígidamente dicotomizada – meditación discursiva, oración afectiva, y la multiplicación de aspiraciones devotas. Y la palabra “contemplación” se había vuelto tan ambigua que la mentalidad popular la identificaba con un estilo de vida más que con una forma de oración.
En los años 70, había jóvenes discípulos de los gurús orientales, los roshis zen y los maestros de meditación trascendental, que hacían veinte o treinta minutos de meditación dos o tres veces al día, a pesar de encontrarse en la universidad o en la vida profesional, mientras que religiosos de vida activa, sacerdotes y monjes y monjas contemplativos parecían tener dificultades para hacer media hora de “oración mental” – como se llamaba - al día.
Miles de jóvenes iban a la India cada verano a encontrar alguna forma de espiritualidad. Nunca habían oído que existiera una espiritualidad cristiana, estando los monasterios de contemplativos, tanto de hombres como de mujeres, junto a ellos en su país. Por consiguiente, no se les ocurrió buscar una forma cristiana de oración contemplativa ni visitar monasterios católicos. Cuando se enteraron de que existían, se sorprendieron, les impresionó, y algunos sintieron curiosidad.
A mediados de la década de 1970, el P. Thomas Keating, en aquel entonces abad del monasterio trapense de Spencer, EEUU, planteó esta situación a su comunidad monástica. El P. William Meninger se sintió motivado a tomar este desafío en serio. Basándose en el clásico espiritual del siglo XIV, La nube del no saber, creó un método al que puso el nombre de “Oración de la Nube”, y comenzó a enseñarlo a los sacerdotes en la casa de retiro del monasterio. La respuesta fue muy positiva. Para muchas personas, sus casetes han sido un punto de partida para usar la forma simple de oración recomendada por el autor de La nube del no saber, en la que una sola palabra como, por ejemplo, “Dios” o “amor” expresa la “intención desnuda dirigida hacia Dios”.
En 1976 el P. Basil Pennington, otro monje de Spencer, comenzó a enseñar en la hospedería del monasterio esta oración en forma de cursillos introductorios, primero a sacerdotes y después a otras personas que querían asistir. Ya en cursos anteriores, superiores de congregaciones religiosas habían sugerido para esta práctica el nombre de “oración centrante”.
En los años 80, el P. Keating, ya retirado de su responsabilidad como Abad de Spencer, y viviendo ahora en el monasterio de Snowmass, Colorado, dio inicio a Contemplative Outreach (Extensión Contemplativa), una agrupación muy bien organizada y efectiva, para facilitar toda una espiritualidad basada en la oración centrante. Ha escrito muchos libros sobre este tema.
Aunque, a primera vista, en la oración centrante hacemos lo mismo que en otro tipo de meditación, la gran diferencia es que, en la oración centrante, tenemos la intención de consentir a la presencia y acción de Dios en nosotros.
En su libro “Mente Abierta, Corazón Abierto”, capítulo 9, el P. Keating dice lo siguiente: “El propósito de la oración centrante no es sentir paz, sino la evacuación de los obstáculos inconscientes a un estado permanente de unión con Dios. No es la oración contemplativa lo que se persigue en esta práctica, sino el estado contemplativo. Tampoco lo son las experiencias, por más exóticas o reafirmantes que sean, sino el estar conscientes permanentemente de Dios, que proviene de una misteriosa reestructuración de nuestra consciencia”.
¿Cómo puede ser eso? Veamos el ejemplo de Pablo y Silas en la prisión (Hechos 16,22-26): “Entonces la gente se levantó contra ellos, y los jueces ordenaron que les quitaran la ropa y los azotaran con varas. Después de haberlos azotado mucho, los metieron en la cárcel, y ordenaron al carcelero que los vigilara con el mayor cuidado. Al recibir esta orden, el carcelero los metió en el lugar más profundo de la cárcel y los dejó con los pies sujetos en el cepo…. (Dolor – sangre – malos olores – mosquitos – ratas – insomnio, etc. ¿Qué hubiéramos sentido y hecho nosotros en semejante situación? ¿Rabia? ¿Depresión? ¿Sed de venganza? ¿Gritar? ¿Insultar al carcelero? Veamos lo que hicieron Pablo y Silas:)…. Pero a eso de la medianoche, mientras Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los otros presos estaban escuchando, vino de repente un temblor tan fuerte que sacudió los cimientos de la cárcel. En el mismo momento se abrieron todas las puertas, y a todos los presos se les soltaron las cadenas.”
Este “orar y cantar himnos a Dios” es un ejemplo de estar permanentemente consciente de la presencia amorosa de Dios, incluso en las situaciones más desagradables y peligrosas. La oración centrante, con el tiempo, nos puede llevar a esta consciencia.
Para más información sobre la oración centrante, véase la página web: www.extensioncontemplativainternacional.org

2 comentarios:

  1. Muchas gracias P. Beda!
    Un gusto, como siempre, leerle.
    Dios bendiga su Ministerio.
    Le envío un gran abrazo.
    Desde Argentina,

    Gabriel.
    http://elmeditadorcristiano.blogspot.com

    ResponderBorrar
  2. Anónimo21:20

    Tremenda Oración Centrante... Estoy muy vinculada a ella, querido Padre Beda.

    Gracias y le dejo un profundo abrazo.

    En Unidad de Conciencia

    Carmen

    www.padmakarma.es

    ResponderBorrar