Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

24.4.11

ÉSTE es el Día…

El Resucitado, pintado por
Matthias Grünewald (c.1470-1480)
Detalle
“Éste es el día en que actuó el Señor” (Salmo 117,24). En la liturgia de esta semana, este verso resuena varias veces al día, como para que no olvidemos dos hechos fundamentales en nuestra vida espiritual:
Es Dios quien actúa. Los hombres, quizá en nuestra civilización occidental más que en otras latitudes, estamos muy empeñados en hacer todo por nosotros mismos. Queremos controlar todo, buscamos éxito. No podemos vivir con el fracaso. Y nos olvidamos de que, en el fondo, es sólo Dios quien actúa, quien incluso escribe derecho en líneas torcidas.
Dios actúa, pero cuando Él quiere; cuando no queda duda de que es Él quien actúa; cuando ya no se puede decir que el hombre lo ha logrado por su propio esfuerzo. Por eso, el hombre tiene que morir, para recibir la vida definitiva de manos de Dios, sin poder pensar que esta vida es un logro suyo.
Antes de la muerte de Jesús, ¿cuándo hubiéramos esperado que Dios actuara? ¿Cuándo Judas se fue a entregar a Jesús? ¿Cuando Pedro quiso evitar que detuvieran a Jesús, y lo defendió con una espada? ¿Cuándo decían que bajara ahora de la cruz? ¿Cuándo querían ver si Elías venía para rescatarlo – a última hora? En todos estos instantes, Dios – aparentemente – no actuó. Jesús perdió la vida, su buena reputación, crucificado entre ladrones, y el control sobre su vida, clavado en una cruz.
Digo “aparentemente”; porque fue ya entonces cuando Dios actuó. Jesús no se dejó desviar de su propósito de amar. Incluso en la cruz, siguió amando, y perdonó a los que lo acababan de crucificar, y prometió el paraíso al ladrón arrepentido. Lo han podido matar, pero no han podido quebrarlo. Ahora, después de haber perdido todo, Dios se manifiesta poderosamente: actúa cuando todo parece perdido. El mismo Jesús lo explica cuando resucita a Lázaro: esta muerte es para que se manifieste la gloria de Dios. De ésta se trata. Y vale la pena pagar cualquier precio para que se manifieste.
Cuando en nuestra vida todo parece perdido, cuando ya no sabemos qué hacer, entonces, si seguimos confiando en Dios, Él actúa. Ya no para hacer lo que nosotros esperamos, sino para darnos algo infinitamente mejor: vida definitiva e indestructible, un amor que nos inunda hasta el fondo de nuestro corazón, y la experiencia de que Él tiene todo bajo control, para nuestro bien.
De nuevo: FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN

1 comentario: