Quisiera
comentar brevemente cómo me ha tocado este Papa, Benedicto XVI, como ninguno de
los anteriores. No sé por qué lo siento así, pero quiero compartirlo.
Cada
Papa es exactamente el hombre que la iglesia necesita en ese momento. Así lo
siento yo. Por supuesto, había muchos intentos de denigrarlo, ya antes cuando
estaba todavía al frente de la Congregación de la Fe. Me parece buena señal.
Porque los enemigos de la iglesia no se meten con gente “inofensiva” y
mediocre. Este Papa ha dejado bien claro dónde están sus raíces: más allá de su
nacionalidad y sus estudios, está plenamente arraigado en la fe y en una
relación personal con Cristo. Eso lo noto al leer su libro sobre Jesús de Nazaret.
No es un tratado seco, sino un testimonio que, más allá de toda profunda y
amplia erudición, nos habla de una persona viva y presente, el centro de
nuestra fe. De lo poquísimo que he leído del Papa, estos tres tomos me parecen
la puesta en práctica de lo que puede considerarse un lema suyo: la fe que
busca entender. Es la confianza en Dios, pero no una confianza ciega, sino una
relación personal. Sobre esta relación se puede, y se debe, reflexionar. Sólo
así es una fe personal y responsable.
En
su última audiencia pública del 27 de febrero, reconoció haber tenido momentos «de gloria y de luz» y momentos «de aguas agitadas y viento contrario»
a lo largo de estos casi ocho años, «pero en ningún momento me he sentido solo».
Así lo comenta un artículo en Religión en Libertad.
Es la vivencia de lo que dijo hace unos años en un viaje a Alemania: El
que cree no está solo.
Ya
antes de ser Papa, se le ha tildado de “Panzerkardinal” (Cardenal blindado), por
considerarlo inflexible. Pero él mismo, en la misa para abrir el cónclave donde
salió elegido, cuñó la expresión de la “dictadura del relativismo”. Con esto ha
puesto el dedo en la llaga de nuestros tiempos. Inflexibles e intransigentes
son los que quieren borrar a Dios de la consciencia; para eso recurren a todos
los medios habidos y por haber. Es la fe en Cristo que, sí, nos blinda contra todo
intento de alejarnos de la Fuente de nuestra vida.
Personalmente,
creo que los tres tomos sobre Jesús de Nazaret y la proclamación de un Año de
la Fe han sido el broche de oro de su pontificado; a la vez son, a mi manera de
ver, dos temas de suma importancia para la gente de hoy. Podemos hablar mucho
de renovación de la iglesia, de estructuras, de cambios; pero si éstos no
provienen de una profunda fe que se manifiesta en una relación personal con
Cristo, no nos llevan a ninguna parte.
Yo
creía que con la obra sobre Jesús y el Año de la Fe iba a culminar su pontificado.
Pero quedó una sorpresa mayúscula: su renuncia. Como dijo él mismo, según Religión en Libertad: Amar a la Iglesia es tomar decisiones difíciles. El Papa recordó que
ha dado el paso de renunciar «en la plena
conciencia de su gravedad y de su novedad, pero también con una profunda
serenidad de ánimo», pues «amar a la
Iglesia significa tener la valentía de tomar decisiones difíciles, dolorosas,
teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el propio». Es el ejemplo
de humildad que se refleja en esta postura que, como se ha dicho, convendría a
más de un político y personaje eclesiástico que lo tomara en cuenta.
Hay
una fundación que está publicando todo el trabajo intelectual de Joseph Ratzinger
– Benedicto XVI; está planificado para 16 tomos. Será un gran legado que nos
deja este Hombre de Dios. Y estoy seguro de que, en un futuro, será declarado “Doctor de la Iglesia”. Serán sólo las
generaciones después de nosotros que verán toda la grandeza de este hombre y de
su obra o – mejor dicho – la obra de Dios en y a través de él.
Ahora
se dedicará a la oración. Para nosotros que estamos tan acostumbrados a la acción,
nos parece algo sencillo y, quizá como lo único que le queda por hacer a un “jubilado”.
Pero creo que es un gran paso adelante. El Papa siempre sabía que él era un
servidor. El que realmente guía a su iglesia es Cristo. A menudo ha citado al
teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer que dijo en una ocasión: Más vale hablarle a Dios del hermano, que
hablarle al hermano de Dios. Con las fuerzas ya fallando, sólo le queda orar
por sus hermanos y confiar en Cristo.
Doy
gracias a Dios por habernos dado a este gran hombre como Papa.
Padre Beda hermoso su artículo muy inspirador y muchas gracias por compartir su bello homenaje al Papa Benedicto XVI un gran hombre para la iglesia y para todo el mundo. Gracias por acercarnos a comprender más la grandeza de este gran Hombre de Dios. Bendiciones a usted Padre Beda.
ResponderBorrarGracias, Alejandrina, por tu bendición. Que se te devuelva con creces.
BorrarSí, creo que necesitaremos mucho tiempo para comprender lo que Dios ha echo a través de Benedicto XVI. Pero podemos seguir su ejemplo, cada uno en su lugar, unos más visibles, otros más en la retaguardia. Dios se manifiesta en cada uno de nosotros. ¡Permitámoslo!
Me ha encantado esta entrada P. Beda, un parecer para hacerlo llegar a muchos que hablan sin saber. Resumir el aporte del Papa Benedicto a la Iglesia será parte de nuestra formación.
ResponderBorrarSí, creo que queda mucho por meditar. Esto es sólo mi percepción personal, y no todo. Otros han comentado de manera mucho más completa. No he incluido su despedida, porque había escrito antes. Esta despedida, por sí sola, es todo un mensaje. Él es un gran hombre, precisamente por su humildad. Él ha vivido lo que practicamos en la oración centrante: consentir a la presencia y acción de Dios en nosotros.
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