Una palabra que me
tocó leer muchas veces en el día de hoy ha sido “El tiempo de Dios es perfecto”.
Por eso quiero contribuir mi reflexión partiendo precisamente del evangelio de
hoy, Lucas 10, 30-37: Un hombre bajaba de
Jerusalén a Jericó. Tropezó con unos asaltantes que lo desnudaron, lo hirieron
y se fueron dejándolo medio muerto.
Tantas
veces que he leído y escuchado este evangelio, hoy me di cuenta de un detalle:
Jesús hubiera podido decir que “un hombre subió de Jericó a Jerusalén”. El trayecto
es el mismo, los peligros los mismos. Pero ¡no! Jesús dice que bajó de
Jerusalén a Jericó. ¿Qué quiere decir este detalle? Jerusalén es el centro
religioso del pueblo judío, donde está el templo, lugar de la presencia de
Dios. El hombre se aleja de esta presencia, y baja a Jericó, que está a más de
1.000 metros más bajo (como sabemos hoy, en la zona más baja del planeta, a más
de 240 metros bajo el nivel de mar). El hombre que se aleja de la presencia de
Dios, cae en lo más bajo; lo asaltan, lo desnudan, y lo dejan medio muerto.
Cuando
nos olvidamos de Dios, cuando nos dejamos llevar por lo fácil, lo inmediato, nos
asaltan las consecuencias de nuestro facilismo, somos víctimas de nuestros
deseos, y nos volvemos adictos. El adicto sólo piensa en cómo satisfacer sus deseos
más inmediatos. No mira más allá; no mide consecuencias. En la cajetilla de cigarros
dice que fumar puede causar cáncer – y sigue fumando. Sabe que el consumo excesivo
de alcohol puede causar un sinfín de problemas, hasta un coma etílico, aparte
de cirrosis hepática – y sigue tomando. Sabe que el consumo de drogas lleva inexorablemente
a la muerte, o por asesinato o por sobredosis – y sigue tomando drogas.
Ahora
bien, también la sociedad como tal puede ser adicta a satisfacer sus deseos más
inmediatos, sin más aspiraciones que garantizar la continuidad de la vida miserable
que uno tiene, como el mendigo alcohólico que pide, sólo para financiar su
consumo de alcohol. No queda espíritu de riesgo, de buscar nuevos horizontes.
Llegó
a mis manos la entrada de un blog que habla de este fenómeno en nuestro pueblo
con palabras muy claras y crudas. Lamentablemente el blog está en inglés, aunque
el autor es venezolano. Les traduzco lo que más me llama la atención en este contexto:
(La gente) vota contra Capriles porque se
les recordó que la educación es importante, que, para salir adelante en la
vida, tienes que mejorar, respetar algunas reglas, respetar al otro. Y ellos no
pueden, o no quieren actuar así – lo que es lo mismo. En 14 años, Chávez ha
transformado en virtudes lo que eran los vicios de la sociedad de Venezuela. La
gente vota por Chávez aunque no tengan agua ni electricidad; están contentos consigo
mismos porque el presidente del país está tan “rayado” como ellos. Él es aquel
que garantiza que puedes seguir siendo un sinvergüenza. (http://daniel-venezuela.blogspot.com/2012/10/when-mediocrity-and-resentimiento-win.html)
Esto
me confirmó en mi apreciación que tengo desde hace tiempo de la magnitud del problema
que estamos viviendo. No es un problema político; ¡ES UN PROBLEMA ESPIRITUAL! Ya
San Pablo estaba claro respecto a la situación de su tiempo – que no ha cambiado;
sólo se ha profundizado: Debes saber que
en los últimos tiempos se presentarán situaciones difíciles. Los hombres serán
egoístas y amigos del dinero, fanfarrones, arrogantes, injuriosos, desobedientes
a los padres, ingratos, no respetarán la religión, incapaces de amar,
implacables, calumniadores, incontrolados, inhumanos, hostiles a lo bueno, traidores
y atrevidos, vanidosos, más amigos del placer que de Dios; aunque aparentarán
ser muy religiosos, pero rechazarán sus exigencias. (2Tim 3,1-5)… Es cierto que todos los que quieran vivir
religiosamente, como cristianos, sufrirán persecuciones, en cambio los malhechores
e impostores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados (3,12-13). Todo eso terminara colapsando o con una implosión. Ésta será la hora de Dios, que viene como un ladrón, a la hora menos pensada.
Por
eso sólo podemos vencer este problema a nivel espiritual. Por más que pueda ser
necesario satisfacer nuestras auténticas necesidades, o una ayuda sicológica –
al fin y al cabo necesitamos volver a nuestra Fuente que dijo que el que come de este pan nunca más tendrá hambre
(Juan 6,35), y el que beba de esta agua,
nunca más tendrá sed (Juan 4,13-14).
Excelente reflexión Padre Beda.
ResponderBorrarGracias, María; eso me anima a seguir adelante con este blog. También tu entrada fue buenísima; lamentablemente no encontré la vuelta para dejar un comentario. Esta es la hora para asistir a nuestros hermanos que necesitan aliento y orientación. DTB
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