Imagen de Internet |
Sí,
este título no es ningún error. La felicidad no sólo tiene su lugar en la
cuaresma, sino que puede ser incluso una tarea para una vida espiritual más
profunda y auténtica. Veamos lo que nos dice Bronnie Ware en su blog sobre lo
que más lamenta la gente cuando se acerca su hora de la muerte:
Quisiera
haberme permitido ser más feliz. Sorprende
lo común que es este lamento. Muchos no se daban cuenta sino al final de que la
felicidad es algo que se escoge. Se habían quedado estancados en pensamientos y
costumbres viejos. El sentirse cómodo con lo acostumbrado determinaba sus
emociones y sus vidas físicas. A causa del miedo al cambio, fingían a otros, y
a sí mismos, que estaban contentos. Mientras muy dentro, deseaban reirse bien y tener un poco de bromas en su vida.
Cuando estás en tu lecho de muerte, lo
que piensan otros de ti está muy lejos de tu mente. ¡Qué maravilla ser capaz de
soltar, y volver a sonreír, mucho antes de que te mueras!
La vida es escogencia. Es TU vida.
Escoge conscientemente; escoge con sabiduría; escoge con honestidad. Escoge la
felicidad. (http://www.inspirationandchai.com/Regrets-of-the-Dying.html)
Por
supuesto, aquí no se habla de una felicidad superficial, de contar chistes,
bailar, y tomar alcohol. De esto se necesita siempre más, para mantener cierto
nivel de “felicidad”. La auténtica felicidad no necesita nada de eso porque
viene desde dentro, de vivir nuestra identidad. – Con eso nos remontamos a la
primera entrada de esta serie: Cuaresma – Nuestra Identidad.
Miremos
un poco más allá: la felicidad se hace sentir cuando tenemos todo, aunque fuera
poco. Y no hablo de cosas materiales; es el espíritu del hombre, la sensación
de estar contento, de estar en lo suyo. Esto nos viene de Dios; cuando sabemos
que Dios está presente en nuestra vida. Es esta fuerza que sentimos en medio de
dificultades y tormentas. Porque nos sabemos seguros sobre una roca; nuestro
fundamento es Dios. Aunque estemos solos, nos sabemos acompañados.
Puede
haber gente que nos diga, “tienes que estar en algo”. Pero, ¿en qué? No es en
la dispersión donde encontramos la felicidad, sino – para usar una palabra de
San Gregorio Magno – “viviendo consigo mismo”. Cuando sabemos que Dios nos ha
sanado interiormente, cuando los demonios interiores ya no pueden amenazarnos,
entonces tenemos paz, y somos felices. Añade a eso el haber superado dificultades, en vez de haber huido
de ellas; la consciencia de haber cumplido con tu misión en la vida; el saberte
en las manos de Dios - ¿qué más queremos? ¡Eso es felicidad!
Que hermoso mensaje Padre!! Dios me lo bendiga y cuide siempre!! Mis afectos infinitos...
ResponderBorrar