Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

5.10.10

La Lectio Divina con un Corazón Abierto

Asimilamos cualquier información con los lentes de los esquemas mentales de nuestra cultura, nuestros intereses personales, prejuicios e ideas preconcebidas. Por eso, en la Palabra de Dios hay que distinguir el mensaje que Dios quiere transmitir, y lo que el hombre es capaz de entender. No es por nada que Dios comenzó a revelarse casi dos milenios antes de Cristo. Como dice San Pablo, “en tiempos antiguos Dios habló a nuestros antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas. Ahora, en estos tiempos últimos, nos ha hablado por su Hijo” (Heb 1,1-2). La humanidad no era capaz de entender la plena revelación de Dios de una sola vez. Y aún después de tanto tiempo, cuando Dios se reveló en Cristo, la mayoría no lo aceptó, y lo crucificó.
Todavía hoy tenemos esta tendencia de ver en la Escritura cosas que Dios no ha dicho. Leemos el mensaje fuera de su contexto, y se convierte para nosotros en pretexto. No se trata de leer la Palabra “desde el pobre” (con el bolsillo vacío – pero el corazón lleno de envidia, hasta tal punto que algunos quieren “descrucificar” al pobre), o “desde la mujer” (que, en vez de aceptar su dignidad que proviene de su condición de hija amada de Dios, trata de conquistar “los privilegios” del hombre desde su baja autoestima). ¡No! Se trata de acercarse a la Palabra de Dios desde un corazón humilde, vacío de sí mismo – como alguien dijo de la Virgen: “Vacía de sí misma, llena de Cristo”. Sólo así podemos entender y recibir la plenitud de la revelación de Dios en Cristo. Por algo dice San Pablo que la cruz “es un escándalo, y una locura” (1Cor 1,22-24). No cabe en nuestros esquemas mentales. La parábola del sembrador (Mc 4,1-20) es importante en este contexto.
Por eso, cuando en la lectio nos sentimos turbados, incómodos o cuestionados, es buena señal. El mensaje de Dios nunca puede ser un invento humano. “Así como el cielo está por encima de la tierra, así también mis ideas y mi manera de actuar están por encima de las de ustedes” (Isaías 55,9). Pero tenemos también un consuelo: cuando el hombre se turba, se asusta, Dios le dice “no temas”. Nuestro Dios es un Dios que inspira confianza, que nos saca de nuestra rutina, y nos atrae siempre más hacia sí. La lectio divina es una práctica muy importante en este proceso de desmantelar nuestro egoísmo, y de permitirle a Dios que se manifieste en nosotros.

1 comentario:

  1. Anónimo23:08

    Cuando entro en este blog de mipadre Beda,no puedo levantarme de la silla. Señor,aumenta mi fe y mi perseverancia en la oración.
    Amado Jesús,que siempre me encuentre en tí
    Amado Jesús,que siempre te encuentre en mí

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