Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

5.10.10

El Origen del Rosario

Efrén el Sirio († 373), Padre de la Iglesia, es el primero quien, dentro de una oración más extensa, junta los dos textos de Lucas sobre la Virgen: “Dios te salve María, llena de gracia, el Señor es contigo” (la anunciación del Ángel a María), y “bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre” (el saludo de Isabel).
Entre los monjes orientales de los siglos VI y VII, como entre los monjes occidentales de los siglos VI al XI era muy común la repetición meditativa de breves oraciones, tomadas muchas veces de versos bíblicos. También los comienzos del rosario se remontan a invocaciones de la Virgen durante la temprana edad media. Desde el principio se los combinaba con misterios de la fe y con textos bíblicos, por ejemplo en analogía a los 150 salmos. De allí el nombre alterno por “Rosario”: el “Salterio”. Por la repetición periódica del Padre Nuestro, este salterio recibió también el nombre de “Pater Noster” – Padre Nuestro.
En la abadía de Cluny, en el siglo XI, los monjes rezaban en ciertas circunstancias en vez de los salmos la misma cantidad de Padrenuestros. En el mismo siglo XI, en el testamento de una señora de la nobleza inglesa se menciona por primera vez en la iglesia occidental “una cuerda con piedras preciosas para contar exactamente sus oraciones”. En el siglo XII hubo la difusión de “oraciones supletorias”, normalmente cuentas de padrenuestros, para que también los hermanos legos que no sabían leer, tuvieran su oficio litúrgico.
En un manuscrito antiguo del siglo XIII, bien documentado, hay una colección de 25 leyendas marianas. En una de estas leyendas se cuenta que un devoto a la Virgen acostumbraba confeccionar una corona de rosas y adornar con ella una estatua de la Virgen. Un buen día, en una aparición se le enseña que hay otra “corona de rosas” que alegra más a la Virgen: la repetición de 50 Ave María. Estas oraciones, en la mano de la Madre de Dios, se convierten en rosas, con las cuales ella misma se hace su corona de rosas (=rosario) más bello.
En 1261, el Papa Urbano IV mandó añadir al Ave María, que hasta entonces sólo consistía en las dos citas bíblicas de Lucas, las palabras “Jesucristo. Amén”.
Las dos grandes órdenes de mendicantes, los dominicos y los franciscanos, rezaban desde sus inicios con frecuencia, el Ave María.
En Adviento de 1409 nació en una cartuja de Tréveris la forma del rosario como la conocemos hoy en día. Se debe al prior Adolf von Essen y su novicio. Éste “inventó” el rosario, añadiendo a cada Ave María, después del nombre de Jesús, una “cláusula” que dice lo que Cristo hizo o enseñó. De esta manera, propuso 50 cláusulas, todas tomadas del Evangelio. Así se rezaba el rosario en otras cartujas y monasterios benedictinos. Fue Adolf von Essen quien sistematizó el rosario, reduciéndolo a 15 misterios, y propagándolo en esta forma.
La petición final del Ave María se encuentra por primera vez en Bernardino de Siena (1380-1444), franciscano, y Antonio de Florencia (1389-1459), dominico. A partir de 1470, las muchas cofradías del Rosario contribuyeron a la difusión de esta forma del Ave María. El dominico bretón Alanus (1428-1475) difundió, además, otra forma del rosario, con 150 cláusulas. Propagó también la leyenda según la cual la Virgen entregó a Santo Domingo el rosario, una leyenda confirmada por el Papa León X en varias bulas. Por eso, se atribuye la difusión de la devoción del rosario a la orden dominica.
Jakob Sprenger (1435-1495), prior del monasterio dominico en Colonia, en 1475, fija el rosario en su forma más acostumbrada: al comienzo la cruz del credo, seguido por una cuenta de Padrenuestro y tres de Avemaría. Sigue la corona de cinco veces 10 Avemaría, con una cuenta de Padrenuestro por delante.
En 1568, el Papa Pío V incluye la salutación angélica, en su forma hoy conocida, en el breviario romano. El 17 de septiembre de 1569 fija en un documento el texto definitivo de esta oración. Con eso se convierte en la forma oficial del Ave María.
El 16 de octubre de 2002, el Papa Juan Pablo II introduce en el rosario los “misterios luminosos“.
Fuente (en alemán): http://www.helmut-zenz.de/rosenkranz.html

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