Acabo
de recibir un SMS donde un supuesto sacerdote valenciano (en el mensaje no aparece su
nombre) nos exhorta a ir a votar el 7 de octubre con el rosario en la
mano o colgando del cuello. Por mi responsabilidad de monje y sacerdote (y mis lectores saben quién soy), les digo: ¡NO ESTOY DE ACUERDO CON ESO! ¿Por qué este
sacerdote no aparece con nombre y apellido? Además: una cosa es la
valentía con que demostramos nuestra fe; otra cosa muy distinta es la
provocación en una situación ya de por sí muy tensa. La Conferencia
Episcopal de Venezuela nos ha invitado a celebrar un novenario de
rosarios durante los días que preceden las elecciones. Ahí, sí, el
rosario cumple su función: la de ser rezado. Pero no es un talismán ni
un signo para provocar a los que piensan distinto. ¡No abusemos de
nuestros símbolos cristianos, sino que seamos cristianos de verdad! Lo que se nos pide, y se nos ha pedido siempre, es el testimonio de vida, una vida diaria, ordinaria, vivida con amor extraordinario.
Nuestros símbolos cristianos son para ser vivídos en la intimidad del ser humano con respecto a su relación con Dios o María, en al caso que atañe al articulo anterior que el Rosario tiene una función específica y es la de ser rezado pidiendo además el auxilio divino de María protectora que interceda por el feliz desenvolvimiento en estas elecciones presidenciales, no deben ser nunca símbolos de provocaciones o confrontaciones.
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