Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

22.12.10

Jesús, Hijo de David, Hijo de Abrahán

Hay por ahí unos intentos de descalificar a Jesús. Unos dicen que, cuando joven, se fue a la India para aprender toda esta sabiduría que manifestó más tarde. Considerando que los judíos eran muy celosos con sus tradiciones y no se mezclaban con los extranjeros, salvo en lo imprescindible, este supuesto viaje a la India me parece una opinión poco seria.
Otros dicen – y es un argumento más serio – que si Jesús hubiera nacido en un país de Asia, nuestra religión cristiana sería bastante diferente. Es verdad, Jesús se encarnó en un pueblo determinado, con su cultura y religión determinadas.
Pero, esta cultura y religión fueron las judías. Y eso no es casualidad. Jesús no vino como caído del cielo; Dios preparó su venida a lo largo de casi dos milenios. Resumamos brevemente la situación:
En los capítulos 1 y 2 del libro del Génesis se nos describe la creación del mundo y del hombre, según el plan de Dios. Este plan, como nos cuenta el capítulo 3, se ve frustrado por el pecado del hombre, que "quería ser como Dios". Desde el capítulo 4 hasta el 11 se nos cuenta cómo esta falta de relación con Dios afecta todos los ámbitos de la vida humana, en todas las culturas, hasta el día de hoy. La historia que se describe de manera resumida en estos capítulos es la historia del fracaso del hombre de redimirse a sí mismo, sin una relación personal con Dios.
Es en esta situación cuando Dios llama a Abrahán (Génesis 12), y comienza a manifestar su salvación. Lo único que le pide es la fe, poner toda su confianza en Él, consentir a su presencia y acción a lo largo de su vida. Toda la historia de Israel es este largo camino del Dios que llama al hombre, y del hombre que, con muchas recaídas, deja atrás su egoísmo para volver a Dios. El pueblo de Israel es un pueblo del área cultural del Medio Oriente; sin embargo, esta relación creciente con Dios va marcando diferencias importantes entre él y los demás pueblos. A lo largo de los siglos, esta relación entre Dios y el hombre se va profundizando, hasta que llega a su culminación en Jesús de Nazaret.
En el Evangelio de Mateo (1,1-17) vemos como un resumen de este largo caminar; una generación tras otra, nos acercamos al Mesías, hasta llegar a "José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo". De José no se menciona que haya engendrado. Cómo nació Jesús, se nos explica en los versos siguientes (Mateo 1,18-24). A través de estas largas generaciones, Jesús es plenamente un hijo de Israel, nacido en esta cultura y religión, con sus costumbres, creencias y expectativas. A la vez, al nacer de una virgen, está claro que Jesús no es el logro de ningún esfuerzo humano. Nadie puede gloriarse de Jesús. Decir que se fue a la India para aprender, sólo sería desplazar la pregunta, "¿de dónde saca toda esta sabiduría?", sin darle una respuesta. Hay una discontinuidad en todo eso; por una parte, Dios prepara, en el pueblo de Israel, la venida de su Hijo. Pero cuando llega el momento, deja bien claro que Éste es puro don, no merecido, ni mucho menos producido, por ningún hombre.
Jesús no pudo haber nacido en otra parte; y si lo hubiera hecho, Dios hubiera preparado su venida en otro pueblo, de otra cultura, de igual manera que lo hizo entre los judíos. Porque también la cultura y religión judías no son invento humano, sino una revelación continua que Dios hizo por sus profetas, y que encuentra su culminación en Jesús. Siempre se trata de entrar en una relación personal con Dios, de dejar atrás nuestro egoísmo, para entregarnos en las manos de Dios. Ésta es la base para nuestra salvación, y ninguna cultura puede prescindir de ella.

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