Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

29.12.10

Astrología y Fe (I)

Cristo, Rey del Universo
Cuando hablo aquí de astrología, no hablo de los horóscopos de periódicos y revistas. Estos no son nada serios. Tampoco hablo de programas de computación que se alimentan con los datos de una persona, y después se imprimen unas decenas de páginas que quieren decir  "Ud. es así". Hablo de una astrología donde se domina el arte de saber leer e interpretar símbolos. Además, no hablo a gente que, de antemano, descarta la astrología como superstición y "cosa rara". Hablo a gente que se maravilla de lo acertado que puede ser la información de una carta natal, pero que no sabe cómo combinar esta información con su fe en Dios.
Antiguamente, y hasta el siglo XVI aproximadamente, la astronomía y la astrología andaban de la mano. Los datos astronómicos tenían su interpretación, un arte que tiene que ver mucho con la sicología. Desde hace unos cuatro siglos no sólo se las distinguió sino que se las separó, tildando la astrología de oscurantismo. Por este sobre-énfasis de lo intelectual, también la mística y la contemplación cristianas, así como la sicología, fueron marginadas de nuestra consciencia. Esta marginación llevó a la astrología a unos abusos y aberraciones que ahora, desde nuestra soberbia intelectual, volvemos a tildar de superstición y "cosas raras".
No vamos a caer en este error de decir que "las estrellas rigen nuestro destino"; ¡de ninguna manera! Pero se puede observar una coincidencia de las constelaciones y los movimientos astronómicos con la historia y con nuestra vida personal, que nos causa maravilla. Dios es un arquitecto que no ha creado el universo como un caos incoherente, sino como un conjunto bien ordenado donde las diferentes partes, aspectos y niveles se reflejan el uno en el otro y se relacionan entre sí. Los astrólogos serios dicen "como arriba, así abajo", y dejan bien claro que los astros no influyen, ni mucho menos causan, sino que reflejan en su nivel cósmico lo que pasa en nuestro nivel personal. Las estrellas "inclinan, pero no obligan". Esto nos permite conocimientos muy precisos acerca de predisposiciones y tendencias, positivas y negativas, limitaciones, salud y carácter de una persona o de un acontecimiento.
Los antiguos griegos, y también otras culturas, les dieron a los planetas nombres de dioses. De esta manera proyectaban hacia fuera unas fuerzas que todos experimentamos dentro de nosotros. Estas fuerzas no son Dios, pero, sí, son fuerzas sobrehumanas. Por eso, lo interesante es que precisamente aquella gente que más niega la astrología, y no sólo la astrología, sino toda el área del inconsciente, como intuiciones, sueños, sentimientos, etc., más vive de manera inconsciente los patrones de su carta natal. Lo que uno rechaza o reprime, eso lo domina. ¡Qué ironía! Y lo que es peor: uno que conoce algo del inconsciente de otra persona, la puede manipular a su antojo, sin que ella sepa qué le está pasando.
Ahora bien, aquí no se trata de defender la astrología. Lo que quiero es más bien mostrar por qué la astrología puede ser un peligro para nuestra fe. ¿Por qué la biblia, ya desde el Antiguo Testamento, y hoy en día la iglesia, se oponen tanto a la astrología? Veamos:
¿Por qué acude alguien al astrólogo? A veces es gente seria que quiere conocerse más; hay sicólogos que usan la astrología para ver más claro el cuadro de una persona. Hasta aquí, todo está bien. Pero el peligro está en que esta persona llegue a decir, "yo soy así", sin asumir la responsabilidad por su manera de ser y de actuar. De esta manera, uno se haría esclavo de sus tendencias inconscientes, reflejadas en los astros. Y eso, sí, es contra la práctica de nuestra fe que nos invita a asumir la responsabilidad por nuestra vida.
En esta línea habrá que ver también la sinastría (la comparación de dos cartas natales)  que buscan dos personas, para ver si son "compatibles", por ejemplo para el matrimonio. Si bien la sinastría puede indicar puntos de fricción o de mucha compatibilidad entre personas, estos son apenas tendencias; de ninguna manera nos absuelven de nuestra responsabilidad de cultivar una relación personal, como es el matrimonio. Si renunciáramos a esta responsabilidad, nos haríamos esclavos de nuestros instintos, y negaríamos la libertad que Dios nos ha dado. Además, un buen matrimonio no depende de las estrellas, sino de nuestra relación con Dios, desde la cual sabremos amarnos mutuamente.
El caso más frecuente será el de gente que quiere conocer su futuro. Pero, ¿qué áreas de nuestro futuro queremos conocer? Normalmente, se pregunta por finanzas, amor, buena suerte, y cosas semejantes. Intentamos controlar el futuro; o nos asustamos frente a lo que se nos pinta como inevitable. Y no nos deja actuar de manera positiva. En el fondo, es una falta de confianza en Dios, el Señor de la historia. Y esta confianza es precisamente la que Él nos pide constantemente. Además, en este contexto, prefiero ver una carta astral como un mapa: el mapa puede indicarte que, después de unos kilómetros, habrá una curva muy fuerte. Ahora, decir que en esta curva tendrás un accidente, es una locura. Lo que sí te dice el mapa es que debes tomar precauciones y andar con un cuidado especial. Así pasa también en nuestra carta natal: puede haber momentos en el futuro que indican dificultades o crisis. Pero eso no significa, como lo toman algunos, que entonces todo se acabará o, en el peor de los casos, que en ese día morirás. Solo quiere decir que estemos bien conscientes en los caminos de la vida.
He dicho que los antiguos llamaban a los planetas "dioses". Reflejan fuerzas sobrehumanas porque están arraigadas profundamente en nuestro inconsciente. PERO: por encima de los dioses está Dios, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Si nos abrimos a Dios en una relación con amor, Él nos manifestará quiénes somos de verdad. Nos permite descubrirlo en la otra persona que se nos vuelve una "caja de sorpresas" de los dones que Dios quiere darnos a través del prójimo. Y Dios es también el Señor de los astros y de nuestro destino, que siempre será un destino glorioso si ponemos nuestra confianza en Él.
¿Podríamos ver en este contexto el relato de las tentaciones de Jesús en el desierto, tal como nos lo cuenta el Evangelio de San Marcos? "Fue tentado,… y los ángeles le servían" (Marcos 1,12-13). Estos "dioses", representados por los astros, mientras no estamos en relación de confianza y amor con Dios Padre, pueden sernos piedra de tropiezo; pero, una vez que estamos en relación con Dios, estas fuerzas en lo profundo de nuestro corazón se convierten en "ángeles". En vez de manifestar lo peor de nosotros, sacan a relucir lo mejor.

1 comentario:

  1. EXCELENTE Y SORPRENDENTE PADRE BEDA, ME ENCANTO ESTE ARTICULO, MUCHAS GRACIAS POR TAN SINCERAS PALABRAS Y ELEVADO NIVEL DE CONSCIENCIA.

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