La presencia de Dios es nuestra felicidad, nuestro cielo. La cuestión no es si estamos en presencia de Dios; Él siempre está presente. Pero muchas veces buscamos a un dios según nuestra medida - ¡y no lo hay!
Sólo consintiendo a la presencia del Dios verdadero en nuestras vidas encontraremos la felicidad, el cielo.
Si no nos gusta este Dios, nosotros mismos convertiremos su presencia en nuestro infierno.
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