Siempre es fácil
entresacar de un texto cualquiera las palabras y frases que nos
interesan, para citarlas fuera de contexto y, así, justificar la
propia ideología. En este sentido, da pena ver la imagen que
acompaña esta entrada, y que encontré estos días en facebook.
Estoy muy de acuerdo con
la advertencia del Papa de no licuar la fe. Pero el contexto en que
fue pronunciada simplemente no da para justificar una condena de
cosas que no conocemos, porque son herencia de otras culturas. El
contexto en que habló el Papa es el siguiente: Pero no se
olviden: hagan lío, cuiden los dos extremos de la vida, los dos
extremos de la Historia de los pueblos que son los ancianos y los
jóvenes, y no licúen la fe (Final
del Discurso del Papa Francisco en el Encuentro con Jóvenes
argentinos en Catedral de San Sebastían en Río de Janeiro , Jueves
25 de julio 2013 , transcripción del audio)
.
Y hago hincapié en la
cultura, para dejar claro que no toda la riqueza de un pueblo
proviene de su religión. Hay mucha sabiduría humana en todas
partes. Nosotros los occidentales no somos los únicos, y mucho menos
podemos decir que nuestra sciencia y nuestro modo de ver el mundo son
los únicos. La medicina alopática, como hoy en día es común entre
nosotros, es algo más bien reciente. Además, es tan cristiana, o
tan poco cristiana – como quieran verlo – como otras formas de
practicar la medicina, como son la acupuntura, la homeopatía,
chacras, terapias con agua, etc. En esta imagen hay un licuado de
prejuicios contra todo lo que no se conoce, mezclado con un miedo
defensivo a todo lo que parece cuestionar la propia religión, o lo
que se quiera entender por ésta. Nadie entre nosotros duda en acudir
a un médico alopatico, que lo llena de medicinas, a veces más
dañinas por los efectos secundarios, que otra forma de tratamiento.
Pero no por eso uno deja de ser cristiano.
¿Por que, entonces,
tanta reserva contra las medicinas alternativas? ¿Será eso una
maniobra de la industria farmaceutica que, por cierto, no se interesa
en nuestra fe, sino en sus ventas y ganancias? Y que a veces ni
siquiera curan porque no les interesa. Ejemplo: el sida. Se lo puede
curar, como se ha comprobado en la India, y también en nuestras
latitudes con la homeopatía y otros tratamientos alternativos. Pero
una persona sana no necesita ya medicamentos, y los muertos tampoco.
Hay que mantenerlos crónicamente enfermos, para poder venderles las
medicinas tan caras; eso es negocio. ¿Esto es compatible con la fe
cristiana? Pero nadie dice nada al respecto. Lo mismo se podría
decir de otras enfermedades, incluyendo el cáncer y sus costosísimas
terapias.
Religión: con esta
palabra tocamos el punto neurálgico: ¿Qué es la religión? ¿De
qué está hablando el Papa? Muchos entienden la religión todavía
como un conjunto de creencias y prácticas. Eso no está equivocado,
pero se queda sin fundamento si nos olvidamos de lo más importante:
la relación personal con Dios, vivida en la comunidad de la Iglesia.
De esto está hablando el Papa. Que no licuemos nuestra relación con
Dios con el afán de seguridad en un sistema religioso. La Iglesia no
es una ONG, un sector de la sociedad, un sistema de creencias y
costumbres. Somos fermento, vivimos en el mundo, pero no somos del
mundo. Por lo tanto, tomemos del mundo lo bueno que tiene, lo
examinemos, y nos quedemos con lo bueno – como dice San Pablo.
Para terminar, mi
experiencia personal: hace casi cuarenta años tenía unos malestares
que me impedían mucho mi trabajo. Y no encontraba solución. Alguien
me recomendó la acupuntura. En mi arrogancia occidental me negué
rotundamente. ¡Nada de brujería! Pero cuando ya no tenía nada que
perder, y la persona que me lo recomendó era de confianza, porque
ella misma había encontrado una mejoría notable en su enfermedad,
decidí ir donde este médico. Mi sorpresa fue que era un médico
graduado, nada esotérico, sino muy científico. Y la sorpresa más
grande: después de pocos días comencé a sentir una mejoría
notable – que se ha mantenido hasta hoy. Si no hubiera ido allá,
probablemente ya estaría bajo tierra. Más tarde hice experiencias
semejantes con la homeopatía. Nada de eso puso en peligro mi fe y mi
relación con Dios; al contrario, seguí mi camino espiritual sin que
estas prácticas de medicina alternativa me hayan desviado de él.
Por supuesto, la imagen
de arriba incluye algunas prácticas que son incompatibles con
nuestra fe. Pero no podemos “licuarlas” con lo inofensivo.
Necesitamos discernimiento; y esto viene precisamente de una relación
personal de amor con Dios, no de unos libros o ideas.
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