Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

3.11.11

Nuestra Muerte


San Jerónimo meditando sobre
qué nos enseña la muerte
Hace poco encontré en un periódico estas palabras: “Recordar que voy a morir es la herramienta más importante que haya encontrado para tomar las grandes decisiones de mi vida, porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso se desvanece ante la muerte, dejando sólo lo verdaderamente importante. Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder… Nadie quiere morir. Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar allí. Y sin embargo la muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y así tiene que ser, porque la muerte es posiblemente el mejor invento de la vida. Es el agente de cambio de la vida. Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo” (http://www.eluniversal.com/vida/111007/los-mordiscos-de-un-genio-la-noticia-steve-jobs-hablo-sobre-su-muerte-).
Como pueden ver, estas palabras no fueron dichas por un santo; fue Steve Jobs, muerto hace poco, quien las pronunció en su famoso discurso de Stanford. No conozco su afiliación religiosa, ni sus creencias o prácticas. No sé lo que él entendía por “las grandes decisiones de mi vida”. Pero lo que dice, puede compararse con aquel instrumento del arte espiritual que recomienda San Benito de Nursia a los monjes cuando escribe en su Regla: “Tener la muerte presente ante los ojos cada día” – en latín es más fuerte todavía: sospechar la muerte ante los ojos cada día“ (Regla de Benito 4,47).
Vemos la muerte como algo macabro, algo que queremos eliminar de nuestra consciencia. Por eso tanta distracción de todo tipo, sólo para aferrarnos a algo que, en todo caso, vamos a perder. "¿Quién vivirá sin ver la muerte? ¿Quién sustraerá su vida a la garra del abismo?" (Salmo 88,48). El sepulcro es su morada perpetua…, aunque hayan dado nombre a países. Cuando muera, no se llevará nada, su fasto no bajará con él (Salmo 48,11.17). Pero parece que nos gusta apostar al caballo perdedor.
Y es verdad: ¿qué son “las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso” ante el hecho de la muerte? Y en la muerte, ¿qué nos queda? ¿A dónde vamos? ¿Dónde terminamos? Como cristianos sabemos, que terminamos en las manos de Dios, un Dios que nos ha amado desde toda la eternidad, un Dios que nos acoge como a los que regresan a casa, un Dios que nos tiene preparado su banquete donde Él mismo nos servirá la mesa. Frente a la realidad de este amor tan íntimo, ¡qué importa lo demás! Sólo tiene valor lo que sirve a encaminarnos a esta intimidad, y a enseñarles a otros el camino que va a Dios.
Así, la muerte pone nuestra vida en perspectiva, nos ayuda a encontrar su sentido. La muerte nos invita a una relación íntima con Dios, y a facilitar esta relación a nuestros hermanos.

1 comentario:

  1. OSCAR04:28

    PADRE VEDA, EN VERDAD ESTA REFLEXION NOS DEBERIA LLAMAR A ABSTENERNOS DE TANTAS VANALIDADES, A ESE EMPEÑO DE "CORRER TRAS EL VIENTO" QUE NOS VENDE, MUESTRA Y REGALA EL MUNDO MODERNO... LA MUERTE PRESENTE EN NUESTRA VIDA NOS HACE RECORDAR QUE SOMOS NADA, PERO EL TRIUNFO DE LA RESURRECCION SOBRE ELLLA NOS ELEVA POR ENCIMA DE TODA LA CREACION NO POR QUE SEAMOS MEJORES, SINO SIMPLEMENTE PORQUE ESO ES LO QUE HACE EL AMOR QUE PROVIENE DE DIOS, ESE AMOR QUE NOS DA LA VIDA ETERNA, QUE VEMCE A LA MUERTE ... Y NOS QUITA LO PEQUEÑO QUE SOMOS Y NOS HACE GRANDES EN EL...

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