Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

14.11.10

No Quedará Piedra Sobre Piedra

“No quedará ni una piedra sobre otra. Todo será destruido” (Lc 21,6). Esta palabra de Jesús es parte del Evangelio del domingo de hoy. ¿Evangelio? ¿Eso es buena noticia? Vamos por partes.
Una construcción de piedras no es tan fácil para derrumbar. Es algo duradero. Pero también algo rígido que no cambia. Refleja nuestras ideas rígidas acerca de algo. Y cuando se trata de una religión, los templos y edificios sagrados reflejan lo que esta religión piensa de sí misma. La construcción de piedras es como la proyección hacia fuera de lo que se vive por dentro.
Al anunciar la destrucción del templo, Jesús anuncia la destrucción de lo que es rígido e intransigente en esta religión, no la de la religión misma. Esto se refiere a cualquier religión. Toda religión necesita purificación, a veces dolorosa, también las expresiones de nuestra religión cristiana.
¿Por qué tiene que ser así? Porque cuando una religión se fija demasiado en los signos y expresiones externas pierde su corazón, su razón de ser.
¿Cuál es la respuesta frente a esta necesidad de continua renovación? Hoy se nos presenta lo que el Papa llama la “dictadura del relativismo”. Nada es duradero, se puede cambiar todo. Pero, en tal caso, ¿qué se ofrece como remedio? En el fondo es el egoísmo, los caprichos momentáneos de los que son más poderosos, saben manipular más las masas inconscientes, son más brutales al imponer sus intereses. Y, como sabemos, estos se turnan con cierta frecuencia. La consecuencia es un desarraigo progresivo; la gente queda a la deriva.
¿Qué alternativa ofrece Jesús a la rigidez e intransigencia? No es el relativismo, sino la relación personal con Dios y con el prójimo. Ésta está por encima de todo, y frente a ella, todo lo demás, sí, es relativo. “El sábado es para el hombre, no el hombre para el sábado”. “’Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.’ Hablaba del templo de su cuerpo”.
Cuando Jesús nos anima en el mismo Evangelio a perseverar, no se refiere a unas ideas acerca de Dios, sino a nuestra relación amorosa con Él. Ésta es la que debe quedar cuando se pierde todo lo demás. Porque, al fin y al cabo, cuando todo el mundo y el universo se derrumba, sólo nos queda Dios. Y digo “Dios”; porque también nuestras ideas acerca de Dios tienen que derrumbarse. Así le pasó a Jesús en la cruz. Cuando estaba colgado en la cruz, Dios no apareció por ningún lado. Lo que le quedó a Jesús era su íntima relación con Dios; con toda confianza puso su espíritu en las manos de este Dios, aparentemente ausente, pero llamándolo Padre. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” Y esta confianza le trajo la resurrección. Dios no actúa cuando queremos nosotros, sino cuando Él lo decida. Por eso cantamos en la Pascua “ÉSTE es el día en que actuó el Señor”.

1 comentario:

  1. Margarita03:35

    Hermosas y ciertas palabras Padre. Dios lo bendiga. Es tan importante y rico conversar intimamente con Dios, que le ruego todos los días que las personas cambien y dejen de ser tan materialista... Que tengan plena conciencia de que no es solo ir a la iglesia y darse golpes de pecho, sino que reflexionen acerca de su actuar en la Vida y que con Dios todo, sin él nada... que guie mis pasos, según sea su voluntad, y me llene de fuerza para colaborar con él en la salvación del mundo. Mi felicidad consiste en estar cerca de Dios y en poner sólo en él mis esperanzas. (Salmo 72, 28). Un abrazo

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