Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

5.3.12

Cuaresma – Nuestro Trabajo

Foto tomada de:
diariofemenino.com
Seguimos meditando en esta cuaresma sobre algunos pesares en el momento de nuestra muerte, tal como los identifica Bronnie Ware, de Australia, en su blog.
El segundo pesar se refiere al trabajo excesivo; entiéndase bien: no al trabajo en sí, sino al trabajo excesivo. A los moribundos que ella acompañaba les pesaba lo siguiente:
Quisiera no haber trabajado tan duro. Eso lo decía cada paciente masculino a quien estaba acompañando. No habían podido disfrutar la juventud de sus hijos y la compañía de sus parejas. También algunas mujeres se lamentaban de eso. Pero, como la mayoría de éstas eran bastante mayores, muchas de las pacientes femeninas de esa generación no habían sido el sostén de la familia. Todos los varones que yo acompañaba lamentaban profundamente haber gastado tanto tiempo de su vida en la rutina de una existencia de trabajo.
Simplificando tu estilo de vida, y tomando decisiones conscientes a lo largo del camino, descubres que no necesitas tantos ingresos como crees. Y, creando más espacio en tu vida, te vuelves más feliz, y más abierto a nuevas oportunidades, que estarán más de acuerdo con tu nuevo estilo de vida
(http://www.inspirationandchai.com/Regrets-of-the-Dying.html).
Por supuesto, Australia es un país económicamente solvente. Aquí, entre nosotros, las cosas son distintas: muchos no tienen empleo, o sólo un sub-empleo. Y a los que tienen trabajo, muchas veces el sueldo no les rinde. Realmente, la gente de aquí depende de su trabajo mucho más que en otras partes del mundo.
Pero, como ya dije arriba, la cuestión no es la de trabajar o no, sino el equilibrio entre el trabajo y otras actividades que son igualmente importantes para darle sentido a la vida. No se trata sólo de recursos económicos sino de la calidad de la vida, además de cierta libertad frente a las presiones del ambiente. Seamos sinceros: mucha gente compra cosas, no tanto porque las necesite sino porque quiere estar a la par con los demás. Es una cuestión de la imagen, del estatus, del “qué dirán”. Recuerdo a un hombre, de buenos recursos económicos, que me dijo, “yo no necesito un carro; me basta un vehículo para trasladarme de mi casa al trabajo, y del trabajo a mi casa”. Según él, el “carro” incluía el aspecto de la marca, de la apariencia, para figurar. Le bastaba un vehículo, por supuesto uno en buenas condiciones. Porque también hay que recordar que, a veces, lo barato, a la larga, sale más caro.
Es cuestión de administrar bien lo mucho o lo poco que tenemos. Y no sólo a nivel económico. Debemos preguntarnos también quiénes somos, cuál es nuestra misión en la vida. Nos remite al pesar de la semana pasada, el más frecuente de todos (vea mi entrada: Cuaresma - ¿Quiénes somos?). Aquí entra en juego nuestra relación con Dios: ¿qué quiere Él que yo haga en mi vida? Cuando sepa contestar esta pregunta puedo confiar en que Él me dará también los medios necesarios para cumplir con mi misión, ¡incluyendo la comida! (recuerden: Jesús no murió de hambre).
Esta cuaresma puede ser un buen tiempo para ver hasta qué punto participamos en el consumismo que se nos quiere imponer. Un consumismo que enriquece a unos pocos, y daña la vida de muchos. Vale la pena reflexionar sobre una propaganda comercial cualquiera y preguntarnos si realmente necesitamos lo que se nos ofrece – por no decir “impone”; si realmente es necesario renovar el equipo que tenemos y que sigue funcionando bien; si es necesario cambiar a otra marca, porque es más famosa; si es necesario tener uno más caro; si es necesario que tenga tantas aplicaciones que se parece más bien a un juguete, etc., etc., etc…
Éste es otro aspecto de la cuaresma: No se trata de hacer durante estas semanas unos pocos pequeños sacrificios – para después sentirnos bien, como un fariseo, y reanudar la vida de siempre. Se trata de revisar nuestra vida, y aplicar los cambios necesarios que duren mucho más allá de la cuaresma.

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