Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

24.12.16

Hoy les ha nacido un Salvador


P. Marco A. González OSB
Abadía de San José
Pesebre de 2004
Ciertamente fue algo extraordinario que interrumpió la rutina de la vigilancia de los rebaños en Belén. A estos pastores les llegó una Buena Noticia: hoy les ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor (Lucas 2,11). Por fin ha llegado el tan esperado. Este pueblo sometido, y más aun los pobres de este pueblo, estaban esperando la salvación: el Ungido, el Mesías, el descendiente de David que iba a restaurar el reino de Israel. Por no hablar del "Señor": esta palabra tenía mucho más contenido de lo que tiene para nosotros hoy en día. Como los judíos, por respeto, no pronunciaban el nombre de Dios, YHWH, siempre cuando leían la escritura pronunciaban estas letras como "Señor". El Señor es el mismo Dios. Éste es el que ha nacido. Esto sí es una noticia para la alegría de todo el mundo.
Y el ángel les da la señal de cómo encontrar al Salvador: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre (Lucas 2,12).

¿CÓMO?

¡Nada de bombos y platillos! Niño, pañales y pesebre. No podía ser más pobre y sobrio. Veamos los tres elementos de esta señal: Encontrarán un niño: bien. Se puede aceptar. Los más poderosos nacen como niños. También hay poderosos que nacieron de familias humildes.
Envuelto en pañales: Normalmente no se habla de la ropa del niño cuando se anuncia su nacimiento. Se supone que esté vestido para que no tenga frío y para que se vea bello. Pero aquí no se habla de la ropita linda, sino de pañales, algo que recoge los deshechos humanos, que hay que cambiar y lavar cada rato. Denota una dependencia total de los cuidados de otro ser, de la madre. Realmente, el salvador se hizo uno de nosotros. No hay una manera más radical de hablar del alcance de lo que es la encarnación. Y de quién es Dios en realidad.
Acostado en un pesebre: el lugar de alimento para animales. Nos da a entender la extrema precariedad y debilidad de la presencia del salvador entre nosotros.
Al final de la vida de Jesús, cuando ya estaba crucificado, vemos las expectativas erróneas que la gente tenía del salvador - y que todos tenemos hasta hoy. Queremos salvarnos de incomodidades, enfermedad, opresión y muerte: El pueblo estaba mirando y los jefes se burlaban de él diciendo: Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si es el Mesías, el predilecto de Dios. También los soldados se burlaban de él. Se acercaban a ofrecerle vinagre y le decían: Si eres el rey de los judíos, sálvate. Encima de él había una inscripción que decía: Éste es el rey de los judíos. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros. (Lucas 23,35-39).
Pero acerca del significado de lo que es la salvación que trajo Jesús hay una precisión muy importante que da el ángel a José cuando se le aparece en el sueño. Le dice: (María) dará a luz un hijo, a quien llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mateo 1,21). Jesús salva, pero de los ¡pecados! Nuestra tragedia más grande no es la enfermedad y ni siquiera la muerte, sino el pecado que nos separa de Dios. Mientras estamos separados de Dios, nos caen todas las demás desgracias. Porque mientras no sabemos o aceptamos que estamos en las manos de Dios, nos vemos obligados a valernos por nosotros mismos, lo que nos lleva a imponer la ley del más fuerte. Nos domina el miedo. La carta a los Hebreos habla de los que, por miedo a la muerte, pasan toda la vida como esclavos (Hebreos 2,15). Y no es sólo el sometido el que tiene miedo; también el poderoso lo tiene. Por eso necesita armarse y rodearse de guardaespaldas. Al librarnos Jesús de los pecados, todo lo demás se vuelve superfluo porque nos sabemos amados por Dios y protegidos en sus manos.
No es fácil aceptar este niño como salvador. Porque implica aceptar la sencillez y pobreza de él, su condición precaria, su humildad. Significa aceptar este poco de pobreza como nuestro Dios. Esto no es fruto del pensamiento humano. Dios mismo, a través de su ángel tuvo que revelarlo.
En este sentido deseo a todos mis lectores de este blog una Feliz Navidad. Y que la salvación que nos trajo Jesús se haga siempre más realidad en cada uno durante el Año Nuevo de 2017. Dios los bendiga.

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