Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

1.10.15

Lectio Divina y Vocación


En la entrada de ayer mencioné a Sta. Teresa del Niño Jesús, cómo había encontrado respuestas a sus inquietudes en la Escritura. Es un ejemplo muy bello de cómo se puede hacer la lectio divina. Es un verdadero diálogo con Dios. Cito de su Historia de un Alma, Manuscrito B, Capítulo IX:
Jesús, si quisiera poner por escrito todos mis deseos, necesitaría que me prestaras tu libro de la vida, donde están consignadas las hazañas de todos los santos, y todas esas hazañas quisiera realizarlas yo por ti...
Como estos mis deseos me hacían sufrir durante la oración un verdadero martirio, abrí las cartas de san Pablo con el fin de buscar una respuesta. Y mis ojos se encontraron con los capítulos 12 y 13 de la primera carta a los Corintios...
Leí en el primero que no todos pueden ser apóstoles, o profetas, o doctores, etc...; que la Iglesia está compuesta de diferentes miembros, y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano.
... La respuesta estaba clara, pero no colmaba mis deseos ni me daba la paz...
Al igual que Magdalena, inclinándose sin cesar sobre la tumba vacía, acabó por encontrar lo que buscaba, así también yo, abajándome hasta las profundidades de mi nada, subí tan alto que logré alcanzar mi intento...
Seguí leyendo, sin desanimarme, y esta frase me reconfortó: «Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino inigualable». Y el apóstol va explicando cómo los mejores carismas nada son sin el amor... Y que la caridad es ese camino inigualable que conduce a Dios con total seguridad. Podía, por fin, descansar... Al mirar el cuerpo místico de la Iglesia, yo no me había reconocido en ninguno de los miembros descritos por san Pablo; o, mejor dicho, quería reconocerme en todos ellos...
La caridad me dio la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto de diferentes miembros, no podía faltarle el más necesario, el más noble de todos ellos. Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo de amor. Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre...Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y lugares... En una palabra, ¡que el amor es eterno...!
Entonces, al borde de mi alegría delirante, exclamé: ¡Jesús, amor mío..., al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor...! Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia, y ese puesto, Dios mío, eres tú quien me lo ha dado... En el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor... Así lo seré todo... ¡¡¡Así mi sueño se verá hecho realidad...!!!
Resumamos: Teresa tiene un montón de ideas de lo que quiere hacer por Dios. Pero en esta confusión accede a su palabra para pedir claridad, y encuentra la respuesta. Dios se deja encontrar por el que lo busca con sincero corazón. Podemos llevar nuestras inquietudes ante Dios. Y Él, sí, nos responde. Pero no confundamos este camino de Teresa con la costumbre de buscar un texto al azar para conseguir una respuesta, como si la biblia fuera un libro de consultas, sin relación personal con Dios. Teresa busca la respuesta en DIOS, no con el libro.
Una última advertencia: Alguien podría decir que Teresa tuvo esta intimidad con Dios porque era una santa. PUES ¡NO! Es al revés: ella llegó a ser santa porque tenía esta intimidad con Dios.
¡Qué sería de nuestra iglesia si todos siguiéramos el ejemplo de Teresa!

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