Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

29.12.14

Madre de Dios


Con ocasión de la solemnidad de María, Madre de Dios, que celebramos el primer de enero, quisiera compartir con Uds. una breve reflexión.
En verdad, nunca había visto una imagen que representara de manera tan clara el hecho de que Dios se hizo hombre, se encarnó. Como dice San Pablo: Dios envió a su Hijo, nacido de mujer (Gálatas 4,4). Aquí no hay nada esotérico ni milagroso. El único milagro es que Dios asumió nuestra naturaleza humana - por iniciativa de Dios, en una virgen - y el resto fue la llegada al mundo como todos nosotros, nacidos de una mujer.
Hace poco encontré un breve artículo que medita sobre este hecho, sacando consecuencias importantes para todos nosotros. Como estoy totalmente de acuerdo con estas palabras, y no podría decirlo mejor, les ofrezco en una traducción lo que ya había compartido hace poco en Facebook. Christofer West escribe en "Christmas and the Glory of the Female Body" (La Navidad y la Gloria del Cuerpo Femenino):
En medio de un mundo que continuamente pornifica y profana el cuerpo femenino, es poderosamente sanador y redentor el reconocer que la navidad celebra la gloria definitiva del cuerpo de una mujer.
María nos revela cuál es esta gloria definitiva: Dios llega a nosotros a través del cuerpo de una mujer!
Reconocer el cuerpo de la mujer como el "portal" por el cual la Eternidad entra en el tiempo, por el cual el Infinito entra en lo finito para que podamos ser llevados a la Eternidad, al Infinito... reconocer esto es ser llenado de fascinación y maravilla por el misterio de la mujer. Es ser llenado de la "fascinación espiritualmente madura" de la cual habló el Santo Papa Juan Pablo II en su Teología del Cuerpo. Es una fascinación santa que endereza la fascinación distorsionada que prevalece tanto en nuestro mundo de hoy.
San Juan Pablo II nos dice que la "madurez espiritual de esta fascinación no es otra cosa que el fruto nacido del don del temor (reverencia), uno de los siete dones del Espíritu Santo" (Teología del Cuerpo 117b:4). Permitirle al Espíritu Santo que nos llene con este don significa ser llenado con la maravilla de la Iglesia que, como dice San Juan Pablo II, "a lo largo de los siglos honra y alaba 'el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron' (Lucas 11,27). Estas palabras," afirma Juan Pablo, "son el elogio de la maternidad, de la feminidad, del cuerpo femenino en su expresión típica de amor creativo" (Teología del Cuerpo 21:5).
Por el misterio de la Navidad, Dios asume la carne para redimir nuestra carne. ¿Cómo podemos permitirle a la Celebración de la Navidad que redima nuestra visión del cuerpo humano?
Ya escribí hace poco sobre esta pregunta, dando apenas unos impulsos que invitan a seguir meditando sobre el asunto.

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