Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

16.12.13

Adviento, Las Grandes Antífonas

En nuestro medio comienzan el día 16 de diciembre la misas de aguinaldo. Se celebran como una octava prenavideña que expresa la espera del nacimiento de Jesús. Sin embargo, desde tiempos antiquísimos, la iglesia expresa esta misma espera cada día mediante las antífonas del magníficat que se cantan hacia el final de las vísperas. Por su solemnidad e importancia (en algunas iglesias se tocan las campanas durante este canto) se llaman también las Grandes Antífonas, o “Antifonas O”, porque todas comienzan con esta exclamación y expresión de maravilla: ¡Oh!. En nuestro alfabeto la letra O refleja incluso una boca abierta como, cuando por la sorpresa, estamos respirando profundo. O cuando en un primer momento, no sabemos qué decir, y nos quedamos “boquiabiertos”. Es la sorpresa y maravilla ante la magnitud de lo que nos anuncian los profetas. En forma de la estructura clásica de una oración, las siete antífonas (que se cantan del día 17 al 23) nos presentan en la advocación un título que el Antiguo Testamento le da al Mesías esperado; sigue una breve ponderación de las implicaciones de este título; y termina con la súplica ¡Ven! para librarnos de un mal determinado. Así, las antífonas nos van acercando al misterio de la venida del Señor.
Según el párroco Ludger M. Reichert, estas antífonas son obras maestras del arte cristiano de la antigüedad tardía. Parece que se remontan al siglo 6; los primeros escritos datan del siglo 7.
Según D. Trautner y T. Schnitzler, también hay datos históricos interesantes que pudieron haber influído en su difusión: en 799 el Papa León III fue asaltado y golpeado, y tuvo que huir a Paderborn, Alemania, para ponerse bajo la protección del emperador Carlo Magno. En 846, los Saracenos ocuparon el suburbio de San Pedro en Roma, lo saquearon y lo destruyeron. Ya antes, en 732, los Árabes, musulmanes, habían estado cerca de Poitiers, no muy lejos de París. Por lo tanto, la iglesia siempre ha estado en una situación de expectativa de la ayuda de Dios, o incluso de su venida.
Sigue el texto de las siete antífonas (entre paréntesis, con el título en latín):
17:  Oh Sabiduría (Sapientia), que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación.
18:  Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.
19:  Oh Renuevo del tronco de Jesé (Radix Jesse), que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no tardes más.
20:  Oh llave de David (Clavis David) y cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombras de muerte.
21:  Oh Sol (Oriens) que naces de lo alto, resplandor de la luz eterna, sol de justicia, ven a iluminar a los que viven en tinieblas y sombras de muerte.
22:  Oh Rey de las naciones (Rex Gentium) y deseado de los pueblos, piedra angular de la Iglesia que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.
23:  O Emanuel (Emmanuel), rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ven a salvarnos, Señor, Dios nuestro.
Durante los días siguientes meditaremos sobre cada una en particular, para terminar el día 24 con unas consideraciones finales, para las cuales necesitamos los títulos en latín.

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