Un santo de rodillas ve más lejos que un filósofo de puntillas. (Corrie ten Boom)

13.5.11

María, Modelo del Creyente

La Mujer del Apocalipsis
Fuente: padreleandro.blogspot.com
El planteamiento
Hace poco me pidieron dar una conferencia sobre la Virgen y los valores contemplativos. Mi primera reacción fue la de dudar un poco. Porque en la letanía llamamos a María “Reina de los apóstoles, de los mártires, de los confesores, etc.…” Tomando en cuenta las exageraciones que había – y todavía hay – en las devociones a la Virgen, me pregunté si no era un poco forzado hablar de ella también en el contexto de la contemplación. ¿Será posible que ella, realmente, dé para todo?

María en el Nuevo Testamento
Pero, prescindamos de las exageraciones, y veamos la realidad, tal como nos la presenta la fuente más autorizada que es la Sagrada Escritura. Ya en tiempos del Nuevo Testamento se miraba a esta mujer no solamente como individuo, sino como una persona cargada de un alto significado simbólico. Franz Mussner, exegeta católico, muestra que la mujer del Apocalipsis (Apocalipsis 12) representa en un único símbolo al pueblo de Israel, a la persona de María de Nazaret, y a la Iglesia (Franz Mussner, Maria, die Mutter Jesu im Neuen Testament, [María, la Madre de Jesús en el Nuevo Testamento] EOS Verlag St. Ottilien, 1993). También el hecho de que Lucas pone el himno antiquísimo del “Magníficat” en boca de la joven María, da a entender que ya en aquellos tiempos apostólicos, se le tenía una veneración muy grande.

El Concilio Vaticano II
También el Concilio Vaticano II, después de discutir varias opciones, decidió incluir el texto sobre María en la Constitución Dogmática “Lumen Gentium”, sobre la Iglesia. María, en el marco de la Iglesia, “también es saludada como miembro sobre-eminente y del todo singular de la Iglesia, su prototipo y modelo destacadísimo en la fe y caridad y a quien la Iglesia católica, enseñada por el Espíritu Santo, honra con filial afecto de piedad como a Madre amantísima” (Vat II, Constitución Dogmática “Lumen Gentium”, no. 53).

Por su íntima unión con Dios, sólo podemos entender a María desde la contemplación.
Hay muchas maneras de leer la biblia; depende del punto de vista del lector. Así, tenemos últimamente escritos sobre María “desde los pobres”, porque ella fue pobre. También, en la teología feminista, hay intentos de verla desde el punto de vista de la mujer. Son intentos legítimos; aunque, debo reconocerlo, a veces me parecen deficientes. Algunas de estas teólogas feministas la ven sometida a José, e incluso a un Dios masculino, todo eso como fruto de un pensamiento patriarcal. Pero, como vemos en Gen 3, éstas son categorías de dominación que entran en el mundo como consecuencia del pecado. ¿Cuál es, a mi entender, el lugar desde donde debemos leer a María, para que nos revele toda su riqueza? Como ella ha estado relacionada con Dios tan íntimamente, como ningún otro ser humano, creo que no me equivoco si digo que la única manera de hacerle justicia a ella, es verla desde la contemplación, desde nuestra íntima unión con Dios.
Dice también Santa Teresa Benedicta de la Cruz (1891 – 1942), mejor conocida como Edith Stein: “En la Sagrada Escritura encontramos pocas palabras de la Virgen, pero son como granos de oro puro: si los fundimos con el fuego de una amorosa contemplación, serán suficientes para irradiar sobre toda nuestra vida el esplendor luminoso de las virtudes de María”.
Y San Luis María Grignon de Montfort (1673 - 1716) nos dice: “¡María no es el centro, pero está en el centro!”
En unas próximas entregas, pues, quiero aproximarme un poco a esta mujer que es como el símbolo de todos nosotros que estamos en relación con Dios. En ella veremos cómo puede ser nuestra relación con Dios. Y hay que recordar una cosa muy importante: aunque María es una mujer, lo que descubriremos en ella, no se refiere solamente a las mujeres, sino igualmente a los varones. Porque todos, mujeres y varones, estamos llamados a entrar en una íntima relación con Dios.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario